Peter Pan
J.M. Barrie
Cuando jugaban al Sígueme, Peter volaba pegado al agua y tocaba la cola de cada tiburón al pasar, igual que en la calle podéis seguir con el dedo una barandilla de hierro. Ellos no podían seguirlo en esto con excesivo éxito, de forma que quizás sí que fuera presumir, especialmente porque no hacía más que volverse para ver cuántas colas se le escapaban.
-Debéis ser amables con él -les inculcó Wendy a sus hermanos-. ¿Qué haríamos si nos abandonara
-Podríamos volver -dijo Michael.
-¿Y cómo lograríamos encontrar el camino de vuelta sin él?
-Bueno, pues entonces podríamos seguir -dijo John.
-Eso es lo horrible, John. Tendríamos que seguir, porque no sabemos cómo parar.
Era cierto: Peter se había olvidado de enseñarles a parar. John dijo que si pasaba lo peor, todo lo que tenían que hacer era seguir adelante, ya que el mundo era redondo, de forma que acabarían por volver a su propia ventana...
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