Dos jóvenes cosacos, excelentes jinetes, con frecuencia hacían apuestas de quién adelantaría a quién. Más de una vez, bien uno bien otro, salía victorioso pero, al fin y al cabo, esto les aburrió.
- Mira -dijo Grigori- vamos a apostar al contrario. Ganará la apuesta aquél, cuyo caballo llegue a la meta segundo.
- Bueno - respondió Mijail.
Los cosacos montaron en sus caballos y salieron a la estepa. Se reunió una multitud de espectadores: todos querían presenciar una apuesta tan extraña. Un viejo cosaco comenzó a contar dando palmadas:
- ¡Uno!... ¡Dos!... ¡Tres!...
Pero los competidores, claro está, ni se movieron de sus sitios. El público comenzó a reír, criticar y discutir, decidiendo que una apuesta así era imposible y que los competidores permanecerían en sus sitios, como se dice, hasta el fin de los siglos. En este momento, a la muchedumbre se acercó un anciano canoso, muy experto en cosas de la vida.
- ¿Qué pasa? - preguntó. Le explicaron la situación.
- ¡Pues, veréis! - dijo el anciano - bastará con unas palabras que yo les diga para que se lancen a galope como si les hubiesen escaldado.
Y efectivamente… se acercó el anciano a los cosacos, les dijo unas palabras y al cabo de medio minuto los cosacos salieron galopando desesperadamente por la estepa, empeñados en adelantar uno al otro a todo trance. Pero la apuesta de todos modos, la ganó el jinete cuyo caballo llegó segundo.
¿Qué le dijo el anciano a los cosacos?
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·opunƃәs әsɐƃәll ollɐqɐɔ oᴉdoɹd ns әnb ɐɹɐd 'әdolɐƃ opoʇ ɐ ouәɾɐ ollɐqɐɔ lә uoɹɐzuɐl soqɯɐ ʎ әʇuɐɔuᴉɹʇuoɔ ns әp ollɐqɐɔ lә oʇuoɯ sollә әp oun ɐpɐɔ 'oʇɐᴉpәɯuᴉ әp uoɹәᴉpuәɹdɯoɔ soʇsә ·"ɹɐƃnl әp әsuәᴉqɯɐɔ“ :soɔɐsoɔ sol ɐ ɐɾɐq zoʌ uә oɾᴉp ouɐᴉɔuɐ lә
http://www.librosmaravillosos.com/enelreinodelingenio/capitulo01.html
Tan fácil como eso... cómo es la naturaleza humana!
ResponderEliminarMe encantó.
Besines!
De una simplicidad sorprendente,... a veces, diría yo.
EliminarUn montón de besos, Darthpi...!!!