Mi madre aprendió a leer con un libro que le regaló su abuelo... Un libro de poemas de autores diversos (Federico García Lorca, Antonio Machado, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez...) que le enamoró... Llegó a aprenderlo de memoria... y lo recordó toda su vida excepto los últimos versos... Nunca olvidó que se lo arrancaron de las manos, allá por el año 36 cuando la guerra civil y el miedo... Debéis quemar el libro de la niña, dijo algún pariente, podrían creer que sois rojos... Mi madre no era ni roja ni blanca, mi madre era una niña que vivía en un pueblo serrano... mi madre era hija de unos campesinos enfrascados en su trabajo en la tierra y en su día a día... y le quitaron el libro que más quería, el que la enseñó a leer, el que la llevó más allá de su mundo real, el que la alejó de tristezas y sinsabores...
Cuando yo era pequeña me maravillaba escuchar cómo mi madre recitaba un poema de Rubén Darío... de arriba a abajo con la voz cantarina... y siempre recordaré como una caricia su voz mientras repetía aquellos versos que yo casi aprendí de memoria...
A mi niña también le gusta este poema y cuando se lo leo/recito me paro un poco en uno de los versos, el que dice "...cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús..." hasta que descubro cómo explicarle quién fue ese Jesús: un personaje al que algunos adoran y llaman dios y gracias al cual tenemos las vacaciones de Navidad...
Cuando yo era pequeña me maravillaba escuchar cómo mi madre recitaba un poema de Rubén Darío... de arriba a abajo con la voz cantarina... y siempre recordaré como una caricia su voz mientras repetía aquellos versos que yo casi aprendí de memoria...
A mi niña también le gusta este poema y cuando se lo leo/recito me paro un poco en uno de los versos, el que dice "...cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús..." hasta que descubro cómo explicarle quién fue ese Jesús: un personaje al que algunos adoran y llaman dios y gracias al cual tenemos las vacaciones de Navidad...
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
* * *
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
PRECIOSA LA HISTORIA DE TU MADRE, ME ENCANTA TU FORMA DE EXPLICARLO, SE NOTA EN EL RELATO EL AMOR QUE FLOTA EN EL RECUERDO DE TU MADRE.
ResponderEliminarBESAZOS...
Que difícil me parece (a mi que nosoy muy creyente) explicarle esas cosas a los niños... Gracias por compartir el relato de tu madre, es muy tierno, muy bonito y triste a la vez.
ResponderEliminarBesitos varios.
Versos que se aprenden de memoria frente a sociedades que persiguen a los libros.
ResponderEliminar¡Cuántas veces se ha repetido en la historia de la humanidad lo que predijo Bradbury acerca del futuro!
Es bonito trasmitir los importantes aprendizajes que se logran a lo largo de la vida...para mi quizá lo más bonito de la educación a un hijo. Disfrutalo!
ResponderEliminarTambién memoricé esos versos en la escuela primaria y ahora, al releerlos en tu entrada, vuelven a enternecerme. Bella evocación la que compartes con nosotros
ResponderEliminarHola, he pasado a agradecerte tu paso por mi blog.
ResponderEliminarMe ha encantado la historia de tu madre y la cruel realidad de aquella época.
Un beso