(...) Alicia y la Oruga se estuvieron contemplando en silencio durante algún tiempo. Al fin la Oruga se quitó la boquilla del marguile de la boca y le habló con voz lánguida y adormilada.
"¿Quién eres TU?", preguntó la Oruga.
No era ésta precisamente la manera más alentadora de iniciar la conversación. Alicia replicó, algo intimidada: "Pues verá usted, señor..., yo..., yo no estoy muy segura de quien soy, ahora, en este momento; pero al menos sí sé quién era cuando me levanté esta mañana; lo que me parece es que he sufrido varios cambios desde entonces".
"¿Qué es lo que quieres decir?", dijo la Oruga con severidad. "¡Explícate!"
"Mucho me temo, señor, que no sepa explicarme a mí misma", respondió Alicia, "pues no soy la que era, ¿ve usted?"
"¡No veo nada!", dijo la Oruga.
"Temo no poder decírselo con mayor claridad", insistió Alicia muy cortésmente, "pues, para empezar, ni yo misma lo comprendo; y además cambiar tantas veces de tamaño en un solo día resulta muy desconcertante".
"No lo es", replicó la Oruga.
"Bueno, quizá a usted aún no se lo parezca así", dijo Alicia; "pero cuando se haya transformado en una crisálida -y eso ha de pasarle algún día, ¿sabe?-, y, después, cuando se convierta en una mariposa, ¿no cree que le parecerá todo eso un poco extraño?"
"¡En absoluto!", declaró la Oruga.
"Bueno, quizás tenga usted sentimientos distintos a los míos", dijo Alicia; "pero lo que sí sé es que yo, en su lugar, me sentiría ciertamente muy rara!"
"¡Ah! ¡Tú!, dijo la Oruga con desdén. "¿Y quién eres tú?"
Con lo cual acababan volviendo por donde habían empezado. Alicia comenzaba a sentirse irritada por estas observaciones tan tajantes y tan secas de la Oruga, de forma que poniéndose muy derecha le dijo gravemente: "Me parece que es usted quien debe decirme antes quién es".
"¿Por qué?", replicó la Oruga. (...)
Alicia en el País de las Maravillas
Lewis Carroll (Charles Lutwidge Dodgson)
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