Obra en tres actos más un prólogo y un epílogo, con música de Jacques Offenbach (Colonia, 1819-París, 1880) y libreto de Jules Barbier basado en una obra que el propio Barbier y Michel Carrè habían escrito sobre tres cuentos del poeta romántico alemán Ernest Theodor Amadeus (E.T.A.) Hoffmann (1776-1822), Der Sandmann, Rath Krespel y Das verlorene Spiegelbild.
Jacques Offenbach, conocido como el maestro de las operetas debido al gran éxito que había alcanzado con su casi centenar de operetas, decidió escribir una ópera más seria. Desgraciadamente no pudo terminarla, ya que falleció dejando Los cuentos de Hoffmann incompleta y sin orquestar. La familia de Offenbach encargó al francés Ernest Guiraud que la completara.
Aunque los personajes de la ópera pueden parecer algo exagerados, es la imaginación de Hoffmann la que los deforma, ya que escribía sus cuentos bajo la influencia del alcohol.
La acción del prólogo y el epílogo transcurre en Nüremberg, mientras los tres actos, respectivamente, en París, Munich y Venecia en el s.XIX. Basado en la historia real del músico y escritor alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, Los cuentos de Hoffmann se basan en tres narraciones autobiográficas de este escritor, sobre sus amores frustrados con Olimpia, una autómata, la desdichada Antonia y la malvada Giulietta (aunque en el libreto son la misma mujer, suelen estar interpretadas por diferentes cantantes). (Ref.)
El prólogo, que transcurre en una cervecería de Nürenberg, está protagonizado por Hoffmann, un poeta sumamente enamoradizo que se encarga de narrar sus intensas y desventuradas historias de amor protagonizadas por tres damas: Olimpia, Antonia y Giulietta que, por las más dispares razones, acaban alejadas del caballero.
Las historias siguen un patrón similar que comienza con el enamoramiento de Hoffmann de una mujer, las dificultades impuestas por un detractor (de las que advierte un fiel amigo, Niklausse, al que el poeta hace caso omiso), la consecución de la dama y, finalmente, su pérdida, bien por su negativa o por otras circunstancias más rocambolescas.
Los tres amores de Hoffmann:
Olimpia, la muñeca mecánica...
...construida por un inventor llamado Spalanzani en París. Pese a las advertencias de su amigo Niklausse, que le intenta hacer ver su existencia irreal, Hoffmann sucumbe a sus canciones y comienza a bailar apasionadamente hasta que a la muñeca se le desarman los brazos. El enamorado es objeto de burla entre todos los presentes.
Antonia, enamorada de Hoffmann...
...y con una salud muy frágil. Cantando, su voz enamora a Hoffmann. En su historia se cruza el malvado doctor Miracle que toca enloquecido su violín para que Antonia cante sin cesar. Este sobreesfuerzo le provoca la muerte ante la impotencia de su padre y del propio poeta.
Giuletta, la cortesana veneciana...
...bellísima, por la que también beben los vientos dos malvados villanos, Dapertuto y Pitichinaccio. Este último es capaz de robar el alma a sus oponentes y para ello no dudará en comprar a la bella Julieta con un diamante. Hoffmann, que hace lo imposible por lograr la llave de los aposentos de la joven, entra cuando ésta ya ha partido. La imagen de una góndola que transporta a la cortesana y a Pitichinaccio destroza de nuevo el corazón del poeta.
(Ref.)
Jacques Offenbach, conocido como el maestro de las operetas debido al gran éxito que había alcanzado con su casi centenar de operetas, decidió escribir una ópera más seria. Desgraciadamente no pudo terminarla, ya que falleció dejando Los cuentos de Hoffmann incompleta y sin orquestar. La familia de Offenbach encargó al francés Ernest Guiraud que la completara.
Aunque los personajes de la ópera pueden parecer algo exagerados, es la imaginación de Hoffmann la que los deforma, ya que escribía sus cuentos bajo la influencia del alcohol.
La acción del prólogo y el epílogo transcurre en Nüremberg, mientras los tres actos, respectivamente, en París, Munich y Venecia en el s.XIX. Basado en la historia real del músico y escritor alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, Los cuentos de Hoffmann se basan en tres narraciones autobiográficas de este escritor, sobre sus amores frustrados con Olimpia, una autómata, la desdichada Antonia y la malvada Giulietta (aunque en el libreto son la misma mujer, suelen estar interpretadas por diferentes cantantes). (Ref.)
El prólogo, que transcurre en una cervecería de Nürenberg, está protagonizado por Hoffmann, un poeta sumamente enamoradizo que se encarga de narrar sus intensas y desventuradas historias de amor protagonizadas por tres damas: Olimpia, Antonia y Giulietta que, por las más dispares razones, acaban alejadas del caballero.
Las historias siguen un patrón similar que comienza con el enamoramiento de Hoffmann de una mujer, las dificultades impuestas por un detractor (de las que advierte un fiel amigo, Niklausse, al que el poeta hace caso omiso), la consecución de la dama y, finalmente, su pérdida, bien por su negativa o por otras circunstancias más rocambolescas.
Los tres amores de Hoffmann:
Olimpia, la muñeca mecánica...
...construida por un inventor llamado Spalanzani en París. Pese a las advertencias de su amigo Niklausse, que le intenta hacer ver su existencia irreal, Hoffmann sucumbe a sus canciones y comienza a bailar apasionadamente hasta que a la muñeca se le desarman los brazos. El enamorado es objeto de burla entre todos los presentes.
Antonia, enamorada de Hoffmann...
...y con una salud muy frágil. Cantando, su voz enamora a Hoffmann. En su historia se cruza el malvado doctor Miracle que toca enloquecido su violín para que Antonia cante sin cesar. Este sobreesfuerzo le provoca la muerte ante la impotencia de su padre y del propio poeta.
Giuletta, la cortesana veneciana...
...bellísima, por la que también beben los vientos dos malvados villanos, Dapertuto y Pitichinaccio. Este último es capaz de robar el alma a sus oponentes y para ello no dudará en comprar a la bella Julieta con un diamante. Hoffmann, que hace lo imposible por lograr la llave de los aposentos de la joven, entra cuando ésta ya ha partido. La imagen de una góndola que transporta a la cortesana y a Pitichinaccio destroza de nuevo el corazón del poeta.
(Ref.)
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